Luego de la serie de ataques a balazos a estaciones de servicio –se produjeron seis en una semana– y escuelas que se produjo la semana pasada, el domingo a la noche Rosario se vio conmocionado otra vez por dos atentados contra restaurantes y locales gastronómicos, que dejaron tres heridos con armas de fuego.
Los ataques se produjeron casi en simultáneo, cerca de la medianoche. Uno fue en el restaurante El Establo, una parrilla tradicional que está ubicada en Pellegrini al 1700, en pleno centro de la ciudad. A las 23.50, dos hombres que se trasladaban en una moto dispararon contra la puerta de vidrio y las ventanas del restaurante, que a esa hora se encontraba repleto de clientes por la víspera del feriado.
Un mozo de 49 años resultó herido en la espalda. Según fuentes de la fiscalía, la víctima fue llevada en un auto particular hasta el Hospital de Emergencias, que se encuentra a unas 15 cuadras de donde se produjo este nuevo episodio violento. Según información judicial, el mozo fue dado de alta durante la madrugada, ya que la herida era superficial. La bala le habría rozado la espalda.
Martín, un joven que se encontraba cenando en el restaurante en el momento del ataque, contó a Radio 2 que cuando se escucharon los tiros “toda la gente [que estaba comiendo] se tiró al piso. Fue un caos total”.
El joven, que celebraba el cumpleaños 70 de su suegro, reveló que uno de los disparos rompió una botella de vino de una mesa que se encontraba a unos tres metros de donde estaba él. “La botella se rompió y cayó sobre la pierna de una chica. Vi que dos mozos llevaban a uno con un tiro en el omóplato. Lo cargaron en un auto y se lo llevaron”, sostuvo.
El testigo señaló que cuando llegaron los dos atacantes en moto, uno de ellos le pidió al parrillero que se corriera y comenzó a disparar. Martín dijo que minutos después del ataque no quedó casi nadie en el lugar. “Mucha gente agarró sus cosas y se fue. No te dan ganas de quedarte. No entendés nada. Son fracciones de segundo donde podés no contarla más. Estamos en una ciudad rara. Es algo que no tendría que estar pasando”, advirtió.
Los peritos de la policía constataron tres impactos de bala en el frente, uno en la puerta de ingreso y dos más en un vidrio lateral de una ventana. Pero se sospecha, por las declaraciones de los testigos, que pudieron haber sido más disparos.
Alejandro Pastore, empresario de la asociación Paseo Pellegrini, afirmó esta mañana ante los medios que el ataque a ese restaurante fue “impactante” por la cantidad de gente que estaba en ese momento en la calle.
“Alguien que para en la vereda, apunta al restaurante y dispara… La sensación que tenemos frente a un hecho de estas características es que son herramientas para sembrar preocupación y amedrentar a todos en nuestra actividad diaria”, sostuvo Pastore.
El titular de la Asociación de Empresarios y Hoteleros Gastronómicos de Rosario (Aehgar), Carlos Meliano, reconoció que tras los últimos ataques a estaciones de servicio había preocupación en el rubro de los restaurantes y bares por la posibilidad de que sus locales fuesen los siguientes objetivos. “Quieren meterle miedo a la sociedad en su conjunto”, señaló.
Unos diez minutos antes del ataque al restaurante El Establo se produjo otra “balacera” en un local de comidas rápidas que se llama Jorgito Jr. y está ubicado en 27 de Febrero, entre Maipú y Laprida, a unas 15 cuadras de la parrilla.
La mecánica del ataque fue similar. Dos hombres en moto se pararon en el frente del local, que también se encontraba repleto y dispararon. Dos jóvenes que estaban en el lugar, de 16 y 18 años, resultaron heridos. El más chico fue asistido por un roce de bala en el antebrazo derecho, y el otro, por una lesión leve en la espalda.
Fuentes del gobierno señalaron que se presume que estos dos ataques forman parte de la estrategia de hechos de intimidación pública que se inició con estaciones de servicio y luego con escuelas. Tres colegios fueron baleados el domingo pasado, antes del inicio de los comicios.
La sospecha es que detrás de estos hechos violentos, que generan un estado de conmoción social, está Ariel Cantero, alias Guille, que está preso en el penal de Marcos Paz. Sin embargo, hasta ahora no hay elementos o pruebas en las investigaciones judiciales que indiquen con certeza que la organización de estos atentados es parte de un plan del líder de Los Monos.
Como ocurrió la semana pasada con las estaciones de servicio, estos ataques no tienen otro móvil definido más allá que la “intimidación pública”. Los protagonistas de las “balaceras” no dejan mensajes, como sí ocurrió en otros casos, y tampoco plantean ninguna demanda.
La interpretación que hacen en el Ministerio de Seguridad es que luego de haberse endurecido las condiciones de detención y los controles tanto a Guille Cantero, en Marcos Paz, como a otros miembros del clan en el penal de Piñero, el líder de Los Monos sintió el golpe, sobre todo porque se le complica seguir con el manejo de los negocios criminales sin los teléfonos celulares. “Hoy las órdenes se las da a las visitas, los fines de semana”, afirmó un investigador.