La cantante y piscoanalista Mariana Mazú logró anoche el Gardel a artista de tango por su álbum debut independiente “La bella indiferencia” donde combina piezas del género con versiones de otras canciones y en el que plasmó la unión que aprecia en ambas disciplinas que, dijo, “miden su eficacia a través de los efectos”.
“El psicoanálisis se lleva bien con el arte en general y con la música en particular. Ambas disciplinas tienen algo de creativo en su quehacer y uno mide su eficacia a través de los efectos”, señaló Mazú.
La intérprete aseguró que “en lo personal trabajo a través de esos dos canales porque me inspiran y me hacen ser mejor. Más de una vez hemos resuelto situaciones de violencia en el hospital cantando. Una vez nos llamaron de urgencia porque una paciente estaba con un cuchillo amenazando y con mi compañera de entonces (Vicky), le cantamos una canción que ella eligió y la llevamos a su habitación sin un rasguño”.
“También es impresionante –abundó Mazú- como en patologías graves como la psicosis, los pacientes se organizan cantando. Encuentran su propio ritmo. Y quizá no hablan. Pasan de estar mudos a cantar un tema que les evoca algo. Es maravilloso”.
“La bella indiferencia” fue producido por Acho Estol (La Chicana), suma la participación del cantor Hernán “Cucuza” Castiello e incluye clásicos tangueros como “Tormento”, de Charlo y Amadori; “Sin lágrimas”, de Charlo y Contursi; y “Tormenta”, de Discépolo; junto a versiones de “11 y 6”, de Páez; “Costumbres argentinas”, de Calamaro; y “Calle Melancolía” de Sabina, entre las 11 piezas de su repertorio.